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lunes, 15 de abril de 2013

BRASIL, POTENCIA EMERGENTE EN AMERICA LATINA


RESUMENBrasil es una de las economías emergentes más importante a nivel de nuestra región y a nivel mundial, junto con la India y Sudáfrica[1], así mismo el papel que desenvuelven como actores globales les ha permitido, en este caso a Brasil en la región de América Latina, posicionarse como una de las economías con mayor proyección de crecimiento y desarrollo para los siguientes años. Se analizara la situación de Brasil por medio del Softpower y el hardpower.Hay un consenso casi mayoritario de que para Brasil es necesario superar sus problemas domésticos (la pobreza, la desigualdad y la proliferación de epidemias como el SIDA) y regionales, que limitan la proyección de su poder. Brasil, al igual que la India y Sudáfrica, es una gran país democrático que cuenta con un pluralismo de culturas, religiones, razas e idiomas, y que tienen que enfrentar problemas internos.

Para objetivo de este pequeño ensayo, hemos visto conveniente no redundar en las cifras que ha logrado Brasil hasta hoy en día, sino en enfatizar las alianzas estratégicas y el juego que viene realizando como actor global por vías democráticas para proyectar su poder y su influencia en la región de Sudamérica, y por ende del hemisferio sur, al que pertenecen India y Sudáfrica[2] también. Si hay algo que caracteriza a estos tres países emergentes del sur, es justamente el sistema democrático que poseen y qué papel juegan los actores locales e internacionales en la configuración de una nación para el desarrollo y el despliegue de poder político y económico.
INTRODUCCIÓN
El objetivo principal de este ensayo no es redundar en los logros económicos de Brasil como potencia emergente, sino centrarnos en el papel que ha venido desempeñando políticamente en la región. Evidentemente ambos ámbitos, el político y el económico, no pueden verse distanciados en la realidad. Sabemos que la consolidación económica de las potencias hegemónicas históricas se ha realizado en un primer plano en la producción y el comercio, y para luego pasar a una mayor presencia política, sea mediante el papel de coordinador o de interventor en conflictos que vayan en contra de sus intereses y aspiraciones de crecimiento y consolidación. Sin embargo, analíticamente, esta división nos puede ayudar a visualizar mejor la dinámica de la economía brasileña y de los pasos que se dan en el ámbito de las relaciones[3] con el resto de los países de la región y del mundo.
Como vimos, ya nadie duda de la supremacía brasileña. Pero ¿qué efectos en las relaciones multilaterales trae consigo esta relación? ¿Estaría Brasil creando su propio “patio trasero” para consolidar su hegemonía económica en la región sudamericana? ¿Cuál es el papel de Estados Unidos en este nuevo equilibrio de poderes? Estas son algunas de las preguntas que intentaremos responder a lo largo de este ensayo.
Hoy el mundo es testigo de la decadencia del sistema unipolar que gobernaba el mundo luego de la caída del muro. Esta decadencia se empieza evidenciar ya desde algunas décadas antes. La proliferación de movimientos sociales evidencia este hecho: movimientos de trabajadores, movimientos feministas, ambientalistas, anti-extractivistas, han probado la desazón que las personas han experimentado con ese mundo mejor que fue prometido y que nunca llegó. Hablamos pues de ese “desencanto del mundo” del que ya nos hablaba Weber desde inicios del siglo XX. Y a dicha decadencia sigue la emergencia de nuevas potencias económicas producto de los varios “milagros” ocurridos en el Asia y Latinoamérica. Los casos más emblemáticos son los países denominados BRIC (Brasil, Rusia, India y China), aunque a este grupo tendríamos que agregar también a Sudáfrica que empieza a consolidarse no solo como un potencia económica, sino también como una potencia civil o softpower (Gratius, 2007). Es en este nuevo escenario, el de un mundo multipolar, en el que debemos tratar de encontrar las nuevas dinámicas económicas y sociopolíticas que ocurren en el mundo. El denominado anti-imperialismo en contra de EE.UU. va perdiendo peso en algunos países, y el rotulo va cambiando de propietario hasta pasar a Brasil, cuya bandera ha sido quemada en Paraguay bajo el lema: ¡abajo el imperialismo brasileño! (Zibechi, 2009).
Veamos. ¿Existe verdaderamente un Brasil con apetito de expansión a cualquier precio o es ella misma una potencia civil emuladora de la UE? Al respecto existen autores, como el paraguayo Raúl Zibechi, para quienes Brasil siempre se ha considerado una potencia “natural” en la región, pero sus aspiraciones habían sido relegadas por problemas interno de carácter político, pero que dada la creciente expansión económica y la estabilidad política, ha trazado su mira en ser parte de las potencias mundiales, teniendo como base de apoyo a la propia región sudamericana. Prueba de ello es la constante “colonización” que viene realizando en países limítrofes como el caso de Bolivia, Paraguay, Ecuador y Perú (Zibechi, 2007). Por otro lado, tenemos a autores como Robert Schuman y Susanne Gratius que consideran que encuentran a Brasil no como un país amenazante en contra de sus vecinos, sino como un guardián del orden[4] y protector garante de los derechos fundamentales, que junto con la UE, son los emblemas de su política exterior. 
Para dilucidar mejor cual es el verdadero papel que está cumpliendo Brasil presentaremos con algo más de detalle ambas posturas para finalmente llegar a una conclusión.
BRASIL Y ALGUNAS CONSICDERACIONES[5]
El Brasil se destaca en la región por su gran tamaño: con 8,5 millones km2, ocupa la mitad del continente sudamericano. Sus 185 millones de habitantes representan un tercio de la población latinoamericana y su PBI representa más del 30% del PBI regional. Además, a diferencia de Nueva Delhi, Brasilia puede ser caracterizada como promotora del desarrollo, la paz y la estabilidad regional.
Su política regional se basa en dos plataformas principales, la Comunidad Sudamericana de Naciones (CASA) y el Mercado Común del Sur (Mercosur), 16 y está centrada en implicarse activamente en la resolución de conflictos y crisis de Estado en América Latina y el Caribe. Desde los años noventa, CASA y Mercosur han progresado y retrocedido al mismo tiempo. Este último está signado por un cambio del enfoque económico a una visión de integración política.
En el ámbito económico, los últimos años han estado marcados por disputas comerciales que no han podido ser resueltas en el marco del Mercosur, que se define cada vez más como una comunidad de valores que promueve la democracia, la protección de los derechos humanos, la paz y el multilateralismo.
Por su parte, la CASA, que surgió en la cumbre sudamericana de 2000, todavía no ha llegado mucho más allá de declaraciones retóricas sobre la integración de todas las naciones sudamericanas. La falta de una estrategia y una clara visión política común son los principales motivos del estancamiento de esta nueva institución. Ambos proyectos responden a los objetivos del Brasil: la integración política regional y la estabilización y promoción de la paz y de la democracia entre sus vecinos. Con la ampliación hacia la región andina, especialmente con la integración de Venezuela y Bolivia, el Brasil pretende influir de manera estabilizadora en aquellos países, que se enfrentan a constantes problemas políticos.
La política brasileña hacia la región demuestra, desde los años noventa, sus objetivos de promover la paz, la seguridad y la estabilidad regional a través de buenas relaciones bilaterales y la integración regional en foros multilaterales. Pero, al mismo tiempo, se pueden identificar los límites del liderazgo brasileño en su región. Por ejemplo, el Brasil no se ha involucrado en el conflicto en Colombia, que representa una de las principales amenazas a la seguridad regional, sino que ha dejado este tema a Washington.
Para que el papel del Brasil como potencia pacificadora regional y (principal) promotora de la integración, del desarrollo y de la estabilidad en América del Sur se consolide, Brasilia tiene que asumir más activamente responsabilidades, como no lo hizo en el caso de Colombia o el Uruguay. En cualquier caso, el gigante sudamericano está en buen camino, ya que tanto externa como internamente se lo identifica cada vez más como principal factor de estabilidad regional.
1.      BRASIL: UN NUEVA SOFT POWER (POTENCIA CIVIL)
Esta primera propuesta, como ya adelantamos, nos habla de la consolidación de Brasil y de sus intenciones de influir como eje sobre la región, pero a través de una política multilateral basada en la amistad y las buenas relaciones con sus vecinos. En este intento no se encuentran escondidas sus intenciones de compartir con EE.UU. por la hegemonía regional. Por otro lado, dada la categoría que se le ha asignado, softpower, representaría, junto con India  y Sudáfrica, potencias que pueden ayudar a la resolución de conflicto en sus respectivas regiones, y a ayudar a estabilizarla. De esta manera, Brasil es visto como promotor de la democracia y cuidador de los derechos humanos junto con la UE.
1.1.Brasil: Potencia cooperativa anti-hegemónica
“Brasil no quiere liderar nada”
Desde el retorno a la democracia, la élite política evita cualquier connotación que pudiera sugerir un liderazgo político de Brasil e intenta proyectarlo como una potencia cooperativa y anti-hegemónica. Desde los años ochenta se puede constatar un marcado cambio en la política exterior brasileña a favor de una política consensuada y cooperativa mediante alianzas con otros países sudamericanos y, particularmente, con Argentina. Esto representa un nuevo estilo diplomático de vecindad cooperativa. A diferencia del unilateralismo de EE.UU., su principal rival en las Américas, Brasil ha optado por un “estilo de liderazgo consensual y un cierto understatement regional.
La idea de una Sudamérica unida constituye un contraproyecto a una Norteamérica (incluyendo Centroamérica y México) dominada por Estados Unidos. Brasil se perfila como poder anti-hegemónico en la región. Un liderazgo basado en la cooperación, la mediación y las instituciones regionales es la única opción de Brasil para ganar influencia, teniendo en cuenta sus modestos recursos y el predominio de EE.UU. En el continente americano. Sólo con otros países sudamericanos, en el marco del multilateralismo regional y a través de la integración, Brasil puede crear un cierto contrapeso a Washington. Al usar instrumentos blandos para objetivos duros (crear a largo plazo un contrapoder sudamericano), Brasil podría calificarse como una “hegemonía cooperativa”.
Ésta tiene la capacidad de acumulación de poder, de compartir poder y de asumir un compromiso. Entre los tres criterios, la capacidad de compartir el poder (con Argentina) es la más destacada en el caso de Brasil que no es una hegemonía sino más bien una potencia media regional que actúa junto con otros países.
Al no ser una potencia nuclear ni disponer de grandes recursos militares, Brasil es un softpower comprometido con valores cívicos tales como la paz, la democracia y la integración o cooperación entre Estados. Como potencia civil no aspira al dominio militar en América Latina, una región carente de conflictos interestatales, pero plagada de crisis intraestatales o “intermésticas” que difícilmente se resuelven por la vía militar. Con su enfoque cooperativo, a largo plazo, Brasil podría ser más efectivo a la hora de contribuir a la prevención y resolución de conflictos en la propia región que EE.UU., cuyo enfoque militar en el área andina tiende a incrementar los niveles de violencia. No obstante, un claro límite de la actuación de ambos países es que, a diferencia de la UE (el principal donante de América Latina), ofrecen pocos recursos para contribuir al desarrollo social de Sudamérica.
El rechazo de hardpowerse basa en la convicción de que Brasil no puede ir sólo, sino que necesita crear alianzas para conseguir sus objetivos. Por ello, utiliza o crea instituciones regionales (permanentes o ad-hoc). La integración regional es considerada, por un lado, como un vehículo (menos costoso) de acumulación de poder y, por el otro, como una doctrina de paz o instrumento para prevenir conflictos interestatales. Esta segunda consideración está estrechamente vinculada con la experiencia europea de integración que, en parte, sirve como modelo para Brasil y su proyecto sudamericano. La creación de MERCOSUR y CASA demuestran una creciente influencia de Brasil en la región. Aunque se trata de proyectos en construcción, fragmentados y poco institucionalizados, reflejan que avanza la idea de
Brasil de una Sudamérica unida y políticamente separada del resto del continente. Al comprometer los países en torno a valores e intereses comunes y facilitar su acceso a recursos materiales, la integración es también un importante instrumento de estabilización política y económica regional. A través de este proyecto, Brasil ofrece un liderazgo político constructivo que intenta conciliar los intereses de sus vecinos.
No obstante, existe una brecha entre el nuevo papel de Brasil y los recursos disponibles. Algunos opinan que “sus ambiciones van por delante de sus capacidades materiales”. Aunque no se puede negar un cierto desequilibrio entre la “multiplicación de iniciativas”, su puesta en marcha y la asignación de recursos, tampoco hay que olvidar que Brasil es una potencia regional emergente. Cabe recordar que fue hace muy poco tiempo, a partir del Gobierno de Lula, que Brasil ha asumido un papel más activo en la gestión diplomática de crisis internas en su entorno geográfico. Poco a poco, Brasil empieza a afrontar los costes sociales, económicos, políticos y culturales de un liderazgo regional. Así, aceptó los costes financieros y políticos (las críticas por “violar” la soberanía nacional) que supone el liderazgo militar de la MINUSTAH. En cuanto al MERCOSUR, financiará gran parte del Fondo de Compensaciones (FOCEM) que beneficia a los socios menos desarrollados. Este coste implica también el retraso o la no firma de un acuerdo de libre comercio con la UE y Estados Unidos. Un coste político adicional es la cesión de soberanía a instituciones del MERCOSUR (el Parlamento y la Comisión de Representantes Permanentes). Finalmente, un coste cultural de su proyecto regional es la creciente “castellanización” de Brasil. Aunque no se puede comparar el MERCOSUR o CASA con la UE, el que Brasil fomente instituciones comunitarias que no reflejan su peso en los respectivos bloques, significa un fuerte compromiso con la integración y un liderazgo regional compartido. Por tanto, Brasil tiene tanto la capacidad de compartir el poder como la capacidad de asumir compromisos. Menos clara es su capacidad de acumulación de poder, sobre todo frente a los rivales en las Américas.
1.2.Competición hemisférica: EE.UU. (y la OEA)
“Brasil no ha tenido nunca la pretensión de competir con EE.UU. en América del Sur o en América Latina”. Quizás, Brasil no tenga pretensiones de liderazgo en el continente americano, pero sí en Sudamérica. Si Brasil tuviera aspiraciones continentales, su verdadero rival sería Estados Unidos. Sin embargo, a diferencia de Venezuela, Brasil no cuestiona abiertamente el papel dominante de Washington incluyendo su propia área de influencia, donde se percibe una cierta división de tareas entre ambos países: en términos militares, culturales y económicos, EE.UU. sigue teniendo un papel protagonista, mientras que Brasil prevalece en el contexto político regional, donde Washington tiende a retirarse cada vez más.
Al ser distante y cordial, la relación entre Brasil y EE.UU. podría caracterizarse de co-existencia pacífica en beneficio mutuo. Así, “Estados Unidos reconoce a Brasil como un interlocutor privilegiado en el continente americano” y para Brasil “es absolutamente indispensable para su futuro mantenerse como socio de los estadounidenses”. La mediación de Brasil en Paraguay, Bolivia y Venezuela, así como su papel en Haití han sido evaluados positivamente en Washington: “El liderazgo brasileño de las fuerzas de paz en Haití es particularmente bien visto por la administración Bush”, igual que la estrategia de estabilización de Brasil en América del Sur y su moderación frente a Venezuela, el país políticamente más problemático a los ojos de Washington.
No obstante, Brasil y EE.UU. defienden proyectos competitivos en Sudamérica: Washington ofrece acuerdos de libre comercio a los países andinos y ve con recelo la evolución del MERCOSUR, mientras que la propuesta de Brasil se concentra en crear una alianza política sudamericana con escasas posibilidades de llegar a representar un bloque comercial importante. A través de MERCOSUR y CASA, Brasil pretende reducir la influencia política de EE.UU. en la región, porque “siempre hemos sido una fuerza de contención de las pretensiones imperialistas americanas”. Conforme a su peso, el papel de ambos países en el continente americano es muy diferente: EE.UU. es el poder hegemónico y Brasil una potencia regional cooperativa.
El estilo de liderazgo de Brasil es una ventaja, puesto que la aceptación de su protagonismo en la prevención y resolución de conflictos es muchísimo mayor que la de EE.UU. que actúa preferentemente de forma unilateral y mediante hardpower. Ello, junto con la paulatina retirada de EE.UU. de América Latina –que no representa una amenaza a la seguridad nacional ni internacional– crea un nuevo espacio de poder para Brasil: “el enfoque de liderazgo consensual (...) proporciona otro camino para entender cómo un poder medio o emergente podría conseguir apoyo para un proyecto claramente definido que no es favorecido por los núcleos de poder tradicionales”. Otro factor favorable a un mayor liderazgo político de Brasil es la reducida influencia de EE.UU. en la OEA, a partir de la elección del chileno José Miguel Insulza como Secretario General de la institución. Por primera vez, la principal organización continental es liderada por un candidato no apoyado por Washington que, además, representa los intereses sudamericanos y mantiene estrechos vínculos con Brasil. Conforme a su relación correcta pero política y geográficamente distante con EE.UU., Brasil no ha tenido un papel importante en la OEA que ha sido identificada por Itamaraty como espacio claramente dominado por EE.UU. y ligado a los intereses de Washington donde tiene su sede principal.
1.3.La UE: Un socio de Brasil como potencia regional pacificadora
Por la actuación política en su entorno geográfico, Brasil ha podido elevar su prestigio internacional y es percibido, tanto por EE.UU. como por algunos países latinoamericanos, como factor estabilizador en la región. Ante su propia retirada de la región, EE.UU. parece estar más proclive en apoyar un liderazgo político de Brasil en Sudamérica como fuerza moderadora frente a Evo Morales en Bolivia o Hugo Chávez en Venezuela, donde, además, su propia influencia es negativa. Tanto EE.UU. como la UE están identificando países ancla que, en el nuevo contexto internacional dominado por conflictos intraestatales, podrían asumir una función de estabilización en sus respectivas regiones y servir de puente de cooperación triangular. En EE.UU., la idea de los “pivotalstates” surgió en los años noventa para privilegiar las relaciones con los países en vías de desarrollo con una importancia estratégica para la seguridad regional y global. Entre los nueve países mencionados figura Brasil, junto con México, como ancla de estabilidad en América Latina. También en el seno de la UE se ha iniciado un debate sobre las potencias regionales. Entre otros, se está considerando la posibilidad de abrir un diálogo bilateral con Brasil que, a diferencia de Chile y México, no tiene una relación privilegiada con Europa, pese a ser su principal socio económico. En cuanto a los Estados miembros, Alemania introdujo el concepto de los denominados “países ancla” en su política de cooperación al desarrollo.
Estos países o potencias regionales podrían servir de factor de estabilidad y desarrollo regional, sirviendo de intermediario o puente entre los donantes y los países del Sur. En las Américas, Brasil (junto con Argentina y México) sería uno de los países ancla con los cuales se podría crear una cooperación triangular.
En el ámbito de prevención y resolución de conflictos, Brasil sería un socio idóneo de la UE. En términos de valores y enfoque, la política brasileña de prevención y resolución de crisis está muy cercana a la estrategia de la UE y mucho más distante del enfoque militar de Washington. Tanto la UE como Brasil prefieren instrumentos diplomáticos a la coerción y persiguen estrategias de desarrollo sostenible de largo plazo en los países en los que “intervienen” como softpowers. Por tanto, Brasil es un potencial aliado político de la UE y su política de prevención de conflictos. A su vez, la UE podría apoyar los esfuerzos de estabilización regional de Brasil en América Latina y el Caribe. Sería una alianza de mutuos intereses. Brasil podría abrir un diálogo político bilateral privilegiado con la UE (siguiendo el ejemplo de India) que le significaría el reconocimiento implícito como potencia regional media, podría contar con algunos recursos financieros adicionales y hacer un contrapeso a Estados Unidos. La UE podría ganar un aliado en América Latina (su región culturalmente más cercana) a la hora de difundir su concepto de poder blando de prevención y resolución de conflictos, de asumir un mayor papel frente a los Estados frágiles (en la región andina) y de exportar su modelo de integración como doctrina de paz.
Puesto que la mayoría de los países andinos han estrechado vínculos con Brasil y que todos ellos forman parte de CASA, se abren nuevas posibilidades de cooperación triangular entre Brasil y la UE. Es una zona geográfica de mutuo interés: la UE es el principal donante global de los países andinos y Brasil quiere asumir un liderazgo político alternativo al que ejerce Estados Unidos. Esta cooperación serviría también para contrarrestar la hegemonía de EE.UU. en esa subregión, puesto que tanto la UE como Brasil favorecen la prevención y la resolución pacífica de conflictos (entre ellos, Colombia) y defienden políticas de desarrollo alternativo ante la erradicación de la coca. Asimismo, son partidarios de afrontar las raíces y no los síntomas de las crisis de Estado: la pobreza y la desigualdad social.
Pero Brasil no tiene un lobby demasiado fuerte en la UE, puesto que su relación formal con Europa se limita desde hace casi ocho años a las negociaciones (¿fallidas?) de un acuerdo de asociación entre el MERCOSUR y la UE. Europa no percibe a Brasil como un actor regional o global importante. Un ejemplo reciente es el programa de la presidencia alemana de la UE, que subraya en el punto 19 que únicamente los países asiáticos (Japón, China, India y ASEAN) son considerados “socios estratégicos” de la UE. Es positivo que la UE esté considerando establecer un diálogo político bilateral con Brasil. Ante estas reflexiones, sería un momento oportuno para reconsiderar las posibilidades de una cooperación triangular con ese país ancla de la región a fin de prevenir y resolver conjuntamente crisis de Estado en su vecindad, y particularmente en la región andina, uno de los principales beneficiarios de la asistencia de la UE y un socio clave de Brasil.


2.      BRASIL: FORMACION DE UN NUEVO IMPERIO EN SUDAMERICA.
Este apartado se encarga de presentar las posturas de aquellos analistas que ven en Brasil una nueva forma de imperialismo regional (Zibechi, 2009). Si se decía que México tenía la maldición de encontrarse tan cerca de EE.UU. pues ahora se diría lo mismo de países como Paraguay, Bolivia, Uruguay, y los demás que posean fronteras con el gigante sudamericano. Aquí se analiza el posicionamiento estratégico de Brasil en las economías de los países vecinos, y cómo las asimetrías resultantes han sido vigiladas incluso con la demostración de la fuerza militar que posee Brasil, y cuyos generales no han tenido reparo en manifestar.
Los vacíos que va dejando la decadencia estadounidense en la región sudamericana están siendo ocupados por nuevas potencias globales y una potencia regional con ambiciones de global player. Ya en la década de 1990 fue el capital europeo—español y francés—el que mayor dinamismo mostró en Sudamérica, adquiriendo empresas estatales privatizadas. Más recientemente, China aspira a ocupar un lugar como importador de hidrocarburos e inversor en minería.
Hace tiempo que Brasil busca expandirse, tomando la región como punto de apoyo, cuestión que ha merecido varios análisis y estudios. Lo novedoso es que esa expansión genera ahora conflictos graves como el que está sucediendo entre los gobiernos de Rafael Correa y Luis Ignacio Lula da Silva y, sobre todo, que en algunos de esos conflictos la potencia regional moviliza tropas para defender sus intereses, como viene sucediendo en la frontera con Paraguay.
El creciente rechazo a las empresas brasileñas es tal vez el precio a pagar por ese país por su expansión comercial y económica. Comienzan a escucharse denuncias sobre el papel "imperialista" de Brasil. A partir de 2004 Brasil dio un salto espectacular en sus inversiones directas en el exterior: ese año las empresas brasileñas invirtieron 10 mil millones de dólares en el exterior, frente a sólo 250 millones el año anterior.
Para 2005, el total de la inversión directa brasileña en el exterior llegó a 71 mil millones de dólares, frente a sólo 28 mil millones de México, el segundo país inversor de la región. Una porción sustancial de esa expansión empresarial, se registra en los países limítrofes con Brasil.
2.1.La vulnerabilidad uruguaya. ¿invasión económica?
El pequeño país agrícola ganadero tiene una superficie 45 veces menor que la de su enorme vecino y un PIB 50 veces más pequeño. En los últimos diez años la expansión de grandes empresas brasileñas ha modificado el mapa económico de Uruguay, de modo muy particular desde la última crisis de 2002. Se calcula que más del 20% de la tierra ha sido vendida a brasileños y argentinos desde ese año, aunque no hay datos exactos que permitan saber quiénes son los nuevos propietarios.
De las diez primeras empresas exportadoras, cinco son brasileñas. De los 1.511 millones de dólares que exportaron esa decena de empresas entre julio de 2007 y junio de 2008, el 43% pertenece a una arrocera y cuatro frigoríficos comprados por capitales de Brasil. En segundo lugar, aparecen dos empresas uruguayas, una de ellas la petrolera estatal, que suman el 29% de las exportaciones de las diez mayores. Estados Unidos apenas figura con una empresa, subsidiaria de Cargill, con el 10%.
Ernesto Correa, empresario de la carne de Sao Paulo, compró 100 mil hectáreas en Uruguay con el objetivo de abastecer de ganado al frigorífico PUL, del que es propietario del 75% de las acciones. Los frigoríficos brasileños concentran casi la mitad de las exportaciones de carne, el principal producto que vende el país.
Según el informe del periodista Samuel Blixen "el interés brasileño por los frigoríficos uruguayos radica en las posibilidades de acceso a determinados mercados", aprovechando la calificación sanitaria de las carnes uruguayas, que pueden ingresar a mercados vedados para Brasil.
El arroz es la segunda gran inversión de capitales brasileños. El 90% de las exportaciones de arroz van a Brasil. La empresa Saman, que exporta el 45% del arroz uruguayo, fue comprada este año por la brasileña Camil. Finalmente, la producción de cerveza también ha sido monopolizada por empresarios brasileños, a través de la multinacional Inveb, donde la brasileña Ambev juega un papel determinante. Inbev, propietaria entre otras de la estadounidense Budweiser, tiene el monopolio de la cadena de la cerveza en Uruguay a través de Fábricas Nacionales de Cerveza y de las principales malterías (procesadoras de cebada).
Este proceso de extranjerización y concentración de la tierra, de las industrias frigorífica, arrocera y cervecera, y de las exportaciones, coloca al Uruguay en una posición muy vulnerable frente a Brasil. Aunque no se han registrado conflictos con empresas brasileñas, las autoridades uruguayas manifiestan su preocupación por el control monopólico que les puede permitir fijar precios que perjudiquen a los productores uruguayos.
2.2.La industria brasileña tiene sed de energía. Bolivia y la amenaza de sus recursos
Por diferentes vías, Brasil controla alrededor del 20% del PIB de Bolivia (a través del gas y la soja), que en los próximos años se deberá incrementar con inversiones estratégicas en infraestructura, energía y minería. Pero estas inversiones generan conflictos. Uno de ellos gira en torno a la construcción de las represas hidroeléctricas Santo Antonio y Jirau, sobre el transfronterizo río Madera, que afecta a Bolivia pero que Brasil considera de suma importancia para su desarrollo nacional.
Las represas, cuya construcción está a cargo del consorcio brasileño Furnas-Odebrecht, inundarán territorio boliviano, afectarán la pesca, harán proliferar la malaria y pondrán en riesgo a las comunidades campesinas extractivistas e indígenas de los pueblos Chacobo, Tacana, Cavineño, EsseEjja y Yaminahuas en los departamentos de Beni y Pando.
 Organizaciones campesinas e indígenas de Bolivia, con el apoyo del Movimiento de Afectados por Represas de Brasil (MAB), interpusieron el 7 de diciembre de 2007 una solicitud de medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, debido al "atentado inminente" del gobierno de Lula contra los derechos humanos y las libertades de los pueblos.
Por otro lado, en la reciente crisis política que sufrió Bolivia a raíz de las acciones subversivas de las oligarquías de la llamada Media Luna, el gobierno de Lula sugirió sin matices a Evo Morales que negociara con la oposición. Los intereses de Brasil en Bolivia no se encuentran desperdigados en todo el país sino concentrados en esos departamentos autonomistas que rechazan al gobierno indígena. Tanto los hidrocarburos como los monocultivos de soja (los primeros abastecen de gas a la industria de Sao Paulo y los segundos son propiedad de hacendados brasileños) están en departamentos como Tarija y Santa Cruz, cuna de la rebelión contra Morales.
2.3.Ecuador contra las empresas brasileñas
Los problemas entre empresas brasileñas y el gobierno de Ecuador no son nuevas y se iniciaron con la petrolera Petrobras, que explota un parque nacional en litigio con pueblos indígenas y debió abandonar, a mediados de septiembre de 2008, el bloque petrolero 21 que pasó a manos de Petroecuador. La participación de grandes empresas brasileñas en megaproyectos vinculados a la IIRSA (Iniciativa para la Infraestructura Sudamericana), generó conflictos de diversos calibres.
El más reciente se registró el 23 de septiembre con la expulsión de la constructora brasileña Odebrecht y el embargo de sus bienes en Ecuador, responsable por los desperfectos en la hidroeléctrica San Francisco, en la Amazonia, inaugurada en junio de 2007 pero que debió suspender su actividad un año después por fallas graves en la construcción de una obra considerada estratégica para el país. Desde el primer momento el gobierno Lula defendió a la empresa que construye buena parte de las obras del pasillo Manaos-Manta, que forma parte de la IIRSA, y conecta el Amazonas con el Pacífico, por donde salen las commodities brasileñas rumbo a Asia.
No terminaron ahí los problemas. La represa se construyó con un préstamo del BNDES (Banco Estatal de Desarrollo Brasileño) por 243 millones de dólares, que Ecuador ahora no quiere pagar porque asegura que el contrato se firmó "al margen de las leyes nacionales". El hecho pone al descubierto que el BNDES financia obras a varios países para que contraten empresas brasileñas, una forma de operar que utilizaron siempre las grandes potencias.
En noviembre el presidente Correa anunció que su país recurrirá a la Corte Internacional de Arbitrajes de la Cámara Internacional de Comercio en París, para suspender el pago de su deuda al BNDES. El 21 de noviembre, "por primera vez desde la guerra de Triple Alianza (que destruyó a Paraguay entre 1865-1870) el gobierno de Brasil 'llamó a consultas' a un embajador". La medida es el paso previo al congelamiento de las relaciones y el canciller Amorim fue claro al decir que "no hay plazo para el regreso del embajador a Quito".
Aunque Odebrecht aceptó la existencia de fallas graves en la construcción, al gobierno de Brasil le molestó la forma como se hizo público el reclamo ante el tribunal internacional, ya que no hubo una comunicación previa y se comunicó en un acto público. Según la revista Defesanet, "al llamar al embajador en Quito a Brasilia para consultas, Lula está avisando que está pronto también para radicalizar, contrariando el estilo 'paz y amor' que adoptó para ganar las elecciones de 2002 y que trasladó a las relaciones internacionales".
Odebrecht es la principal constructora de América Latina, está entre las 25 más importantes del mundo y es la tercera empresa de Brasil. Fundada por Norberto Odebrecht en 1944, opera en 20 países, entre ellos todos los sudamericanos. En 2007 facturó 17 mil millones de dólares, más que el PIB de Bolivia y Paraguay. En Brasil, facturó 11.500 millones, en América del Sur 3.100 millones y en Estados Unidos apenas 1.600 millones, lo que revela la importancia del subcontinente en la expansión de la empresa. Tiene 59 mil empleados. Norberto Odebrecht es uno de los principales donantes a las campañas electorales del PT de Lula.
2.4.Paraguay, el vecino más frágil
Apenas dos meses después de que el ex obispo Fernando Lugo se instalara en la casa de gobierno, el 15 de agosto de 2008, miles de campesinos comenzaron a ocupar tierras de sojeros brasileños, sobre todo en los departamentos fronterizos de Itapúa, Alto Paraná, San Pedro, Concepción, Amambay y Canindeyú. Esas ricas praderas tapizadas de soja fueron reductos de la agricultura familiar y de la potente tradición campesina paraguaya, de la que se nutrió la exitosa candidatura de Lugo. Pero esas tierras son hoy propiedad de brasileños.
Por otro lado, está pendiente la re-negociación del Tratado de Itaipú, firmado en 1973 por las dictaduras de Brasil y Paraguay, que puede ayudar a consolidar al gobierno de Lugo. La represa binacional de Itaipú (la segunda del mundo) tiene una potencia instalada de 8.250 MW, de los cuales Paraguay consume apenas el 5% y debe exportar el 95% a su vecino a precio de costo. Itaipúabastace el 20% de la energía que consume Brasil, por la que Paraguay recibe apenas 300 millones de dólares al año, muy por debajo del precio internacional y del costo de reposición de la energía vendida.
Ricardo Canese, ingeniero especializado en energía, estima que los 53.000 GW que se venden anualmente a Brasil tienen un precio de mercado no inferior a los 4.000 millones de dólares, algo así como la mitad del PIB de Paraguay. Lugo no pretende llegar tan lejos, pero sostiene que su país debe recibir entre 1,5 y 2 mil millones de dólares, o sea entre cinco y siete veces el valor actual.
Las negociaciones no van bien. Luego de dos encuentros, Brasil no afloja ni en el precio ni en la "libre disponiblidad", o sea que Paraguay pueda venderle su excedente a cualquier país. En el gobierno Lugo, estiman que si lograran ingresar mil o dos mil millones de dólares podrían invertirlo en escuelas, hospitales, carreteras y las mil y una necesidades de un país pobre y esquilmado por 61 años de corrupción colorada.
Los paraguayos se sienten "explotados" por sus vecinos. Meses atrás, un grupo de campesinos quemó la bandera de Brasil, una escena que los medios no se cansan de reproducir. Pero la crisis estalló cuando los campesinos comenzaron a ocupar haciendas de brasiguayos, sobre todo en el departamento de San Pedro, la región más pobre del país donde Lugo fue ordenado obispo en 1994. El gobierno reaccionó con cautela y se mostró dispuesto a dialogar, mientras el Instituto de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT) viene anunciando la compra de tierras para la reforma agraria, para lo cual necesita imperiosamente fondos de Itaipú.
Donde faltó cautela, y hasta el buen humor norteño, fue en el gobierno de Lula. El 17 de octubre diez mil soldados comenzaron la megaoperación Frontera Sur II, utilizando aviones, tanques, barcos y munición real. La prensa de Asunción informó que la operación incluye ejercicios como la ocupación de la represa de Itaipú y el rescate de ciudadanos brasileños. El gobierno Lugo puso el grito en el cielo y aseguró que Brasil quiere negociar paz para los sojeros por algún beneficio por Itaipú.
Las declaraciones del general José Elito Carvalho Siqueira, jefe del Comando Militar del Sur, empeoraron las cosas. "Ya pasó la fase en que teníamos que esconder las cosas. Hoy nosotros tenemos que demostrar que somos una potencia, y es importante que nuestros vecinos lo sepan. No podemos dejar de ejercitar y mostrar que somos fuertes, que estamos presentes y tenemos capacidad de enfrentar cualquier amenaza", dijo al diario Ultima Hora el 18 de octubre. Sobre la seguridad de Itaipú, dijo que se trata de una cuestión militar, incluso en el caso de que sea ocupada por movimientos sociales.
El canciller Amorim le pidió al gobierno paraguayo, sin rodeos, que controlara los "excesos" contra los brasiguayos. Lugo llevó el tema a la Asamblea Permanente de la OEA, donde dijo que las actitudes de Brasil alejan el diálogo fraterno entre vecinos. Insinuó que el operativo militar fue un "mensaje sobre Itaipú". "Ningún tratado es sostenible cuando consagra la inequidad ni es éticamente valorable cuando genera asimetrías resultantes de un esfuerzo compartido", dijo en Washington.
En el mes de octubre, unos cuatro mil campesinos se movilizaron frente a una de las fincas de Tranquilo Favero, quizá el brasiguayo más emblemático, derribaron las cercas y amenazaron con quemar uno de sus 30 silos. Sólo en los departamentos de Canindeyú y Alto Paraná, fronterizos con Paraná y Mato Groso, los brasiguayos poseen 1,2 millones de hectáreas, el 40% de la superficie de ambos departamentos, y el 80% de los cultivos de soja.
Aunque no hay datos oficiales, se estima que son medio millón los brasileños que se instalaron en las zonas fronterizas desde los años 60, un 10% de la población del país. Suelen ser medianos productores, con unas 500 hectáreas en promedio, y trabajan con peones traídos de Brasil. En algunas zonas se escucha hablar portugués y la moneda más habitual es el real.
Tranquilo Favero fue bautizado como el "rey de la soja", ya que cultiva 55 mil hectáreas de las cuales 35 mil son de su propiedad. Se instaló en Paraguay hace 40 años y luce documento de identidad del país. En un larga entrevista concedida al diario Ultima Hora el domingo 2 de noviembre, enseña una curiosa conciencia social: "No hay duda de que los campesinos protegen las plantaciones de marihuana", dijo. Agregó que los asentamientos de campesinos sin tierra "son un nido de delincuentes".
Palabras más o menos, se suma al concepto de "narcoguerrilla" creado por los estrategas militares estadounidenses, aunque aclimatado en versión brasiguaya. Por su parte, Kaiser Konrad, director de Defesanet, escribió luego de entrevistar al general Carvalho: "La Operación Frontera Sur II quiere pasar un mensaje al gobierno de Lugo, de que los militares brasileños están atentos a la situación enfrentada por los brasiguayos, que están sufriendo con las invasiones de tierras y las amenazas de perder sus propiedades legalmente adquiridas".


2.5.Brasil y la "agresión extranjera"
El 2 de octubre, Lula promulgó el decreto 6.952 que reglamenta el Sistema Nacional de Movilización, destinado a enfrentar una "agresión extranjera". El decreto señala que la expresión incluye "amenazas o actos lesivos a la soberanía nacional, la integridad territorial, al pueblo brasileño o a las instituciones nacionales, aunque no signifiquen invasión del territorio nacional".
Un editorial de Defesanet asegura que la aprobación del decreto supone un claro mensaje a los países vecinos: "Una agresión o persecución a los ciudadanos brasileños residentes en Paraguay (brasiguayos), así como en la región de Pando, en Bolivia, y una nueva amenaza de corte del suministro de gas y la toma de instalaciones y empresas brasileñas operando en otros países, caracterizarán a partir de ahora agresiones externas, y una respuesta militar de Brasil pasa a tener amparo legal".
La cuestión rebasa al gobierno de Lula. Se trata de la afirmación de una potencia emergente como Brasil, de que sus fronteras se trasladan allí donde están sus intereses nacionales. Parece evidente que todas las grandes potencias se construyeron de ese modo, en una actitud que siempre se ha denominado "imperialismo". Tal vez por eso muchos sudamericanos sienten que está construyendo su propio "patio trasero".
COMENTARIOS FINALES
Ambas posturas analizadas, consideramos, poseen mucho de veracidad. En primer lugar, como lo explica Gratiur, el ser un país que potente un softpower no lo deslegitima al momento de querer hacer uso del hardpower en defensa de derechos fundamentales. Y efectivamente el discurso de Lula así como el de la actual Presidenta es la de integración pacífica. Sin embargo, la forma en la que intentando solucionar la crisis relacionada con Paraguay, así como la de llamar a consultas al embajador en Quito ante el problema de la nacionalización de una de las empresas brasileñas más poderosas de ese país, evidencia que existe, o va existiendo, un cambio en las políticas en la medida en que su poder económico se va consolidando en la región y en el mundo.
Por otro lado, el análisis de ambas posturas difiere en un punto sustancial. El primero analiza la situación económica brasileña desde las relaciones internacionales, mientras que el segundo se sumerge en las relaciones más cercanas entre Brasil y sus vecinos. Una cosa no cabe duda, Brasil tendrá que optar por mantener un discurso a lo UE y ser más cauto para solucionar los impases si desea seguir ganando influencia internacional y legitimidad en la región.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
-       Gratiur, S. (2007). Brasil en las Américas: ¿Una potencia regional pacificadora?FRIDE. WorkingPaper 35.

-       Stavridis, S. y Hoffmann, A. (2009). Brasil como potencia emergente y su impacto sobre el concepto de Potencia Civil Europea. The Jean Monnet/Robert SchumanPaper Series

-       Zibechi, R. (2007).Brasil ya es una potencia regional y tiene muy claro que para ser una potencia mundial tiene que unir a toda Sudamérica. Revista Política y Sociedad

-       Zibechi, R. (2009). ¿Está construyendo Brasil su propio "patio trasero"? Programa de las Américas Reporte. http://ircamericas.org/esp/5722



[1] Brasil, Rusia, India y China conforman el BRIC. De estas cuatro naciones, es China quien ha demostrado no solo gran crecimiento económico, sino desarrollo tanto en su región como a nivel mundial. Sudáfrica se sumaría a este cuarteto por sus avances significativos.
[2] La India, el Brasil y Sudáfrica formalizaron oficialmente el Foro de Diálogo IBSA con la Declaración de Brasilia en 2003. Esta alianza trilateral expresa la dinámica que viene dándose desde el sur.
[3] Relaciones principalmente diplomáticas por vías democráticas.
[4] Uno de los aspectos más importantes de Brasil a nivel de relaciones internacionales y políticas ha sido el de ser un garante de la paz y la libertad en países como Colombia; sin embargo no hay una postura firme en la región Latinoamérica de imponer un discurso. Agreguemos a ellos la presencia ya no solo de EE.UU. sino de México en América del Norte, así como cierta influencia en algunos países de nuestra región. Por ende Brasil no solo podría apoyarse en Sudamérica, sino que al pertenecer al BRIC y al IBSA, Brasil ha ido expandiendo sus relaciones para expandir su economía, así como pata tener peso políticamente en las decisiones que se dan en el marco de la globalización.
[5] El ingreso per capita en Brasil es de 3 550 dólares, sin embargo su distribución de la renta en muy desigual. El puesto que ocupa en el IDH es el 85 de 187 países. El coeficiente GINI, que mide la desigualdad en el reparto de los ingresos es de 54.7. Además de la pobreza y la fuerte desigualdad socioeconómica, la proliferación del VIH/SIDA es una de las mayores amenazas para sus sociedades y sus economías (0.59%).

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