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lunes, 15 de abril de 2013

La sociología de Goffman


LA SOCIOLOGÍA DE ERVING GOFFMAN[1]

Lo que los autores, Jean Nizet y Natalie Rigaux, plantean en la sociología de Goffman es mostrarnos la teoría de un actor que vivió de su realidad, y que dio cierta orientación a sus obras. Tuvo muchas influencias antropología funcionalista, y es que la relación cultura-personalidad es central en la propuesta teórica de Goffman.

En análisis de Goffman está centrado en la interacción, no en la persona; y por ende utilizo la metáfora del ritual[2] caracterizar la presentación de la persona en la vida cotidiana. ¿Qué hipótesis podemos formular que permitan interpretar conjuntamente al hombre Goffman y la obra sociológica que éste produjo? Hay dos hipótesis que intentan dar respuesta a esta pregunta.
 La primera hipótesis gira según Collins habría dos caras de su persona: un lado popular y un lado científico. El lado popular es más visible. Es el Goffman que se presenta, según Collins, como un “antropólogo héroe”, el que lleva a cabo observaciones secretas en un hospital psiquiátrico o en un casino, el que aborda temas de actualidad: el espionaje, los comportamientos en lugares públicos, la locura, etc. El lado erudito es menos visible. En efecto, sabemos que Goffman mantiene total discreción en lo concerniente a las influencias recibidas. Su trabajo teórico es en la mayoría de los casos “subterráneo y hermenéutico”, estima Collins, preguntándose sobre la razón de ser de esa dualidad, de esa coexistencia entre el Goffman público y el Goffman erudito: según él, responde al clima intelectual dominante en la época en que concibió su obra.

La segunda hipótesis, de Luc Boltanski e Yves Winkin, dice que la obra de Goffman está fuertemente marcada por el origen y la trayectoria social de autor. De acuerdo con los términos de Boltanski, el “habitus científico” de Goffman se habría constituido a partir de su “habitus de clase”. Esta hipótesis de orden estructural, y subraya la influencia de la posición social y de la trayectoria de Goffman en su enfoque sociológico de las interacciones.
La metáfora teatral
Goffman emplea una metáfora particular de la vida social: la del teatro. Para llevar a cabo la actuación, el individuo dispone de una “dotación expresiva”, a la que Goffman llama “fachada”, que contribuye a fijar la definición de la situación que intenta dar. La fachada abarca diferentes tipos de elementos que el actuante puede poner en juego. En ciertos casos, puede tratar de desacreditarse a sí mismo, para obtener consideración del compañero de la interacción, como puede hacerlo en negro frente al blanco, o la colegiala ante su noviecito, etc.

Podemos observar que lo esencial no consiste en saber lo que el actuante es verdaderamente, sino en comprender cómo produce una u otra impresión que hará las veces de realidad y como se las arregla para hacerla perdurar. Después de todo, puesto que el público no tiene acceso a la verdad, se atendrá a la apariencia.

Del control de las impresiones a la manipulación no hay más que un paso, que a veces da el actuante, el definir deliberadamente, según su interés, la imagen que quiere dar de sí y de su actividad, en una postura que podemos calificar como cínica; también puede suceder que al actuante quede atrapado en su propio juego y que no sea consciente de la actuación que realiza. Pero las cosas son aun más complejas, en la medida en que pueda darse un “dilema de expresión versus acción”.

Goffman define “estigmatizado” al individuo que presenta un atributo que lo descalifica en sus interacciones con el otro. Este atributo que lo desacredita consiste en una distancia respecto de las expectativas normativas de los otros propósitos de su identidad. De este modo se deja de ver a una persona como total y corriente para reducirla a un ser inficionado y menospreciado.

Reglas y ritos

Después de la metáfora teatral hay otro lenguaje utilizado por Goffman: el de las reglas y los ritos. ¿Por qué son necesarias las reglas? Cuando estamos ante los demás y en razón de esta misma presencia, somos vulnerables al cuerpo de los otros, así como a los objetos que llevan consigo, que pueden agredir nuestro propio cuerpo o nuestros bienes. Dado que tales contingencias son evidentes, es probable que den lugar a técnicas de control social. En suma, las reglas son necesarias en la medida en que hagan posible el vínculo social. Goffman estudiara esencialmente las reglas ceremoniales considerando que, tras su significado aparente, se oculta la preocupación por un valor esencial, el respeto por la “cara” de los individuos. Partiendo de lo que constituye, para Goffman, la regla fundamental que todo individuo debe respetar cuando interactúa con otros es preservar la propia cara y la del otro.

Esa regla fundamental es la del orden social. Se trata de una regla doble: en toda interacción es preciso ante todo salvar la cara (el “pellejo”). En virtud de esta regla fundamental de la cara, por lo común cada cual tiene el derecho de seguir la línea de conducta que le es propia y el deber de aceptar la de los otros.

Si se trata de una regla y, por ende, de una regla potencialmente coercitiva. ¿Cómo impedir las salidas de tono? Para Goffman, es el apego emocional a nuestra cara y al respeto que el otro profesa lo que va a desempeñar ese rol: cuando el otro acepta la cara propuesta por nuestra línea de conducta, nos sentimos ligeros, serenos, cómodos; e inversamente, cuando el otro rechaza nuestra cara o, dicho de otra manera, cuando hacemos “mal un papel”, nos sentimos humillados, avergonzados, nos ruborizamos, etc. asimismo, no podemos asistir a la humillación del otro sin sentirnos mal, sin sentirnos molestos al ponernos en su lugar.
Todo rito (basado en un objeto sagrado: la cara) puede producir un rito inverso (una misa negra) por medio del cual se puede injuriar la sacralidad de la cara del otro o la propia. Ellos muestra la fuerza del vínculo que existe entre las dos dimensiones de la regla: manifestar consideración hacia el otro es un medio muy seguro de preservar el amor propio; asimismo, adoptar modales apropiados es la mejor manera de no injuriar la cara del otro.

El compromiso

¿Cómo define Goffman la conversación? Es cierto que señala los intercambios de mensajes verbales, pero insiste sobre todo en los movimientos del cuerpo, en los gestos, las miradas; en definitiva, en los comportamientos no verbales por medio de los cuales los actuantes presentes regular su compromiso: “en cualquier sociedad, siempre que surge la posibilidad física de la interacción hablada, pareciera que entra en juego un sistema de prácticas, convenciones y reglas de procedimiento que funcionan como un medio orientador y organizador del flujo de mensajes”. Goffman nos ofrece, dicen los autores, una de las claves de su concepción de la identidad: la calidad de una persona es proporcional a su capacidad de respetar las reglas en la interacción, es decir, posee un actitud de compromiso hacia la preservación del orden en la interacción.

GLOSARIO

  1. Metáfora teatral: el teatro como forma de explicar la interacción social mediante la utilización de conceptos de la actuación, fachada, vestidores, etc.
  2. Interacción: relaciones sociales expresadas en las actuaciones de los actores y que constituye el orden de la interacción.
  3. Fachada: papeles y roles que el actor utiliza para persuadir y convencer a la audiencia.
  4. Estigmatización: forma de rechazar al otro mediante la interacción asumiendo atributos que descalifican.
  5. Compromiso: modo en el que los actores mantiene la regularidad de la metáfora teatral en el orden de la interacción.
  6. Regla: conjunto de normas y presupuesto que el individuo adopta para sus propios fines en relación a los otros actores.
  7. Rito: forma específica de concebir y reproducir las normas y reglas en la interacción.




[1] Por Jean Nizet, pp. 15-56.
[2] Inspirada en la antropología inglesa y en la tradición durkheniana.

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